El 14 de abril de 1865, mientras la Guerra de Secesión languidecía y Washington vivía un ambiente casi festivo, John Wilkes Booth se asomó por segunda vez aquella noche al Star Saloon & Restaurant, el bar que compartía pared con el Ford’s Theatre. Quince minutos antes de disparar sobre Abraham Lincoln, pidió un whisky acompañado de un vaso de agua. Quien se lo sirvió fue Pere Taltavull Pons —Peter Taltavul, para los norteamericanos—, un mahonés cuya insólita peripecia vital ha sido reconstruida ahora gracias a la documentación que ha rescatado La Vanguardia.
Pere nació en Maó el 8 de diciembre de 1825. Con solo diecisiete años se enroló como marinero en la fragata estadounidense Brandywine y, al llegar a Norfolk (Virginia) en 1842, ingresó en el Cuerpo de Marines. Su talento con la trompa le valió un puesto en la banda militar, donde trabó amistad con otro músico, Scipione Grillo. Dos décadas más tarde, en 1864, ambos abrieron el refinado Star Saloon, habitual punto de encuentro de actores y personal del teatro vecino.
La hoja de servicios de Taltavull —conservada en el Archivo del Cuerpo de Marines— indica que se alistó en 1842. Según consta en ella, el menorquín podría haber servido en la guerra contra México (1846-1848), así como en los primeros meses de la Guerra Civil, entre enero y diciembre de 1861, cuando puso fin a su enrolamiento. No obstante, en marzo de 1865 volvió a vestir el uniforme, quizá para garantizar el sustento de su familia: desde 1864 estaba casado con la virginiana Elizabeth Evans, con la que acabaría teniendo nueve hijos.
La noche del magnicidio quedó reflejada en la declaración que el menorquín prestó después. Booth —actor de éxito y simpatizante confederado— examinó el teatro por la tarde, cenó en el bar contiguo y, hacia las diez, hizo aquella inusual petición de whisky y agua (solía beber brandy). Taltavull le despachó la copa sin darle mayor importancia. Quince minutos más tarde, Booth se abrió paso hasta el palco presidencial y disparó a Lincoln por la espalda antes de saltar al escenario y gritar Sic semper tyrannis!
Taltavull no solo estaba en el lugar y la hora exactos: de joven había trabado relación con David Herold, uno de los cómplices de Booth. Pese a ello, el menorquín no fue acusado de participar en el asesinato. Permaneció en los Marines hasta marzo de 1869 y, ya desligado de la vida castrense, encadenó oficios diversos —carpintero, tapicero, tendero— hasta fundar en la década de 1870 la Taltavull Funeral Home, negocio familiar que perduró en Washington hasta finales del siglo XX.
Murió el 8 de abril de 1881, con 55 años, y el Evening Star lo despidió como “uno de los mejores trompistas del país”. Hoy descansa en el Congressional Cemetery de la capital estadounidense, a más de seis mil kilómetros de la isla que lo vio nacer. Y, dado que tuvo nueve vástagos, no sería extraño que aún haya algún descendiente del menorquín que sirvió el último trago antes del disparo que cambió la historia.