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¿Qué conoces de las navetas de Rafal Rubí?

¿Qué conoces de las navetas de Rafal Rubí?
A escasos metros de un concurrido cruce de la carretera general que conecta Maó con Alaior se esconde uno de los tesoros arqueológicos menos conocidos pero más valiosos de la isla: las navetas de Rafal Rubí. Se trata de dos tumbas colectivas prehistóricas que, aunque eclipsadas por la fama de la naveta des Tudons, revelan aspectos fascinantes del pasado talayótico de Menorca.
Las navetas, separadas por apenas unos metros, pertenecen a la Edad del Bronce y presentan una estructura similar: planta absidal alargada, cámara dividida en dos niveles y una losa perforada que permitía el acceso al interior. La más conocida y mejor conservada es la naveta sur (o meridional), cuya fachada fue restaurada en 1968. En su interior, arqueólogos como Guillermo Rosselló Bordoy y María Luisa Serra Belabre descubrieron restos de al menos 44 personas, entre ellas un cráneo con señales de una trepanación, prueba del nivel de conocimientos médicos de la época. También se hallaron ajuares funerarios compuestos por cerámicas globulares y objetos de bronce, como colgantes y fragmentos de torques, que hoy se exponen en el Museo de Menorca.
La naveta norte (o septentrional) fue excavada y restaurada en 1977. Aunque ha perdido parte de su estructura superior —en parte debido al crecimiento de acebuches durante siglos— conserva una imponente fachada de tres metros de altura. En su interior, se localizaron restos óseos de al menos 19 individuos, también inhumados de forma colectiva. Como en el caso de su vecina del sur, el acceso a la cámara superior se hacía a través de una chimenea vertical, un rasgo constructivo típico de estas estructuras funerarias.
Estos monumentos nos ofrecen una ventana al pasado talayótico de Menorca, un periodo marcado por transformaciones profundas tanto en el ámbito social como arquitectónico. Durante los siglos finales del segundo milenio antes de Cristo, las comunidades insulares pasaron de vivir en pequeñas navetas de habitación a establecerse en grandes poblados organizados en torno a talayots: enormes torres de piedra seca construidas con técnica ciclópea. Estos nuevos asentamientos reflejan una sociedad más jerarquizada, con un control territorial más definido y una economía centrada en la agricultura y ganadería.
Pero mientras el mundo de los vivos se organizaba en torno a estas construcciones monumentales, el de los muertos evolucionaba también. Las navetas fueron paulatinamente abandonadas en favor de otros tipos de enterramiento, como cuevas naturales selladas con muros ciclópeos o hipogeos con columnas, donde los rituales funerarios se tornaban más complejos y simbólicos. Uno de los más singulares, exclusivo de Menorca, incluía la manipulación ritual del cabello de los difuntos, teñido de rojo y guardado en pequeños contenedores.
Pese a su cercanía a la carretera principal y su fácil acceso —basta con desviarse en el punto kilométrico 6,6 en dirección a un camino rural—, las navetas de Rafal Rubí siguen siendo grandes desconocidas para muchos visitantes y locales. Redescubrirlas es asomarse a una parte esencial de la historia de la isla, donde se entrelazan creencias, arquitectura y modos de vida de una civilización que aún sigue susurrándonos desde la piedra.
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Redacción

Periodista de Menorca al Dia

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