Aunque la idea de obtener energía gratuita y limpia a partir de fuentes renovables como el sol resulta cada vez más atractiva, Menorca aún no ha logrado poner en marcha ninguna cooperativa energética. La transición hacia un modelo energético más sostenible avanza lentamente en la isla, frenada por dudas, desconocimiento y cierta reticencia social ante un cambio de paradigma que exige organización, colaboración y una visión a medio y largo plazo.
Desde la Oficina de Energía y Transformación Comunitaria Menorca 2030, del Consell Insular, se están redoblando esfuerzos para impulsar este modelo. A través de charlas informativas por toda la isla, el objetivo es motivar a los vecinos a dar el primer paso, siempre con el acompañamiento de la administración. La propuesta es clara: aprovechar espacios públicos para instalar placas solares, crear figuras jurídicas formadas por los residentes cercanos a estas instalaciones, y gestionar en comunidad tanto su mantenimiento como el aprovechamiento de la energía producida, con el beneficio añadido de un coste reducido en la factura eléctrica.
Uno de los puntos clave que podría determinar el éxito de estas iniciativas es precisamente el compromiso y la fuerza del tejido social. La creación de comunidades energéticas requiere una implicación colectiva, y aunque el concepto genera interés, persisten muchas preguntas: ¿quién gestiona?, ¿cómo se reparte la energía?, ¿qué sucede si alguien se desmarca?, ¿hay seguridad jurídica? Todas estas dudas están demorando un avance que, en teoría, cuenta con el apoyo técnico y político necesario.
En una reciente entrevista concedida a Radio Menorca, Chema Camps, técnico de la Oficina Menorca 2030, explicó que actualmente se están gestando alrededor de cinco proyectos comunitarios energéticos en la isla. No obstante, fue cauto al hablar de plazos concretos, subrayando que, aunque hay voluntad y cierta organización, aún falta camino por recorrer para ver resultados tangibles.
Uno de los proyectos más ambiciosos, el del polígono industrial de Sant Lluís, podría reactivarse próximamente. La idea de crear una comunidad energética entre los empresarios del polígono, instalando placas solares en los techos de las naves industriales, quedó en pausa tras los últimos cambios políticos en el municipio. Sin embargo, se está trabajando para recuperar esta iniciativa, que podría convertirse en un modelo pionero para el resto de zonas industriales de Menorca.
La Oficina Menorca 2030 se ha marcado como meta lograr, este mismo año, un avance significativo en la producción eléctrica basada en fuentes renovables. Si bien se han puesto en marcha algunos parques fotovoltaicos en suelo rústico o urbano, a nivel doméstico o comunitario el impulso aún es tímido. La clave parece estar en seguir generando confianza, resolver incertidumbres y construir, poco a poco, una red de cooperación que permita hacer de la energía solar una realidad al alcance de todos.
Aún no ha arrancado ninguna cooperativa energética en Menorca