Menorca inicia la temporada turística con un panorama hídrico preocupante: los acuíferos de la Isla se encuentran en su nivel más bajo de los últimos diez años. Así lo confirman los datos que sitúan a Menorca en situación de prealerta por sequía, con unas reservas que apenas alcanzan el 51 % de su capacidad. Este porcentaje, que en otros tiempos correspondía al final del verano, marca un arranque de temporada especialmente delicado.
El geógrafo Agustí Rodríguez, autor del reciente cuaderno Los retos del agua en Menorca, adviertía de la posibilidad real de sufrir problemas de abastecimiento ya este verano. A su juicio, el notable aumento de la afluencia turística agrava una situación que ya de por sí es crítica. En el mes de julio de 2024 se obtuvo el mismo dato que en el año 2000, que fue el más bajo de la serie histórica. ¿Qué se puede esperar de un 2025 en el que no está lloviendo más y donde sí se esperan más visitantes?
Más demanda, menos agua
El comportamiento de las reservas hídricas ha sido descendente de forma sostenida desde 2015, año en el que los acuíferos llegaban al 74 % de su capacidad en abril. En menos de una década, se han perdido 23 puntos, y todo apunta a que el valor continuará bajando en los próximos meses, justo cuando la población en la isla —residente y visitante— alcanza sus cifras más altas. El verano pasado el OBSAM sacó el cálculo y, sí, de nuevo se superaron las 200.000 personas en el día con más presión humana sobre la isla.
Lluvias que no ayudan
Aunque en marzo y mayo se registraron lluvias por encima de la media —en mayo, un 56 % más que lo habitual—, estas no han supuesto una mejora significativa. ¿Por qué? Porque el patrón de precipitación ha cambiado. No basta con que llueva más, se trata de que no sea de manera torrencial y acabe la mayoría en el mar. Además, el aumento de temperatura global también evapora más agua, agua que no va al subsuelo.
A diferencia de los tanques de tormentas, una especie de embalses que recogen puntualmente parte del caudal de precipitaciones breves y cuantiosas y que reaccionan rápidamente a las precipitaciones, los acuíferos responden lentamente y necesitan condiciones muy concretas para regenerarse.
Un consumo difícil de controlar
El otro gran problema es la falta de información sobre muchos de los consumos de agua. De los más de 2.500 pozos legales registrados en Menorca, solo se supervisan de forma efectiva 150, es decir, los que se destinan al abastecimiento urbano. Esto representa únicamente el 6 % del agua que se extrae en la Isla.
El resto de pozos —ubicados en fincas rurales, explotaciones agrarias o alojamientos turísticos en el campo— escapan en gran parte al control público.
La expansión de determinadas tipologías de turismo rural de alta gama, con piscinas, spas y jardines que requieren riego, también contribuye al aumento del consumo. Incluso en años con una pluviometría razonable, los acuíferos siguen perdiendo volumen, lo que apunta a un incremento sostenido de extracciones no fiscalizadas. Es probable que haya que plantear medidas valientes como tapar las piscinas para evitar la evaporación.
Medidas urgentes para evitar el colapso
El año pasado, Maó ya se vio obligado a aplicar restricciones durante el verano: bajada de presión en la red, cierre de fuentes ornamentales y suspensión del riego en espacios públicos. Si la situación no mejora, estos episodios podrían repetirse en más municipios. Que haya una desaladora proyectada no hará que haya agua desalada hasta dentro de unos cuantos años.
Para Agustí Rodríguez, la solución pasa por un cambio profundo en la gestión del agua.
El geólogo Agustí Rodríguez pide que se tomen medidas urgentes por el bajo nivel de los acuíferos