La pasada noche del martes, una luna prácticamente llena se alineó con exquisita precisión sobre el faro de la isla del Aire, de modo que, vista desde Punta Prima, parecía coronar la "torre a rayas" como un candil suspendido. El disco lucía un suave matiz anaranjado, realzado por la hora azul y por el velo casi imperceptible de nubes altas que había ocultado su salida minutos antes.
El fotógrafo Miquel Llambías aguardó el instante justo para inmortalizar la escena: el faro iluminado, el mar en calma y la luna posada sobre la cúpula, componiendo una imagen que mezcla precisión astronómica y quietud veraniega. Un recordatorio de cómo el litoral menorquín reserva rincones donde el cielo y la arquitectura se encuentran para ofrecer un espectáculo efímero y sereno.